miércoles, 28 de agosto de 2013

Capítulo 5.

La alarma del móvil suena a las siete y media de la mañana. Martes... maldito martes.
Se maldice una y otra vez por haberse acostado tan tarde los dos últimos días.
Ayer no pudo ni leer al recordar lo que había pasado. Ni siquiera podía llamar a Daniela para contarle todo lo que había pasado. Y no quería contárselo por WhatsApp, quería ver la cara que se le quedaba al oír que se besó con Ashton.
Una ducha caliente la llevará de nuevo a la realidad, una vida de adolescente normal y corriente.
Se coloca la toalla alrededor de su cuerpo aún caliente. Se apuesta mil euros a que Ashton no volverá a llamarla.
La pasta de dientes se desliza por el cepillo y después entra en su boca. Se enjuaga minutos después.
Los vaqueros pitillos se enfundan de golpe en sus piernas. Una sudadera azul cubre su torso. Las converses blancas la acompañan a todas partes. Su pelo castaño está totalmente suelto.
Agarra la mochila y se planta en frente del espejo. No tiene un cuerpazo. Tampoco unos ojos que hipnotizan. Tampoco una personalidad exótica. Ni es muy guapa. ¿En qué estaría pensando Ashton para fijarse en ella? El timbre suena y se encamina hacia la puerta. No hay tiempo para pensar en negativo.
La ha besado, y eso es lo importante, ¿no?

-¿Debería enfadarme contigo o alegrarme por ti?
Levanta una ceja y Daniela sigue hablando.
-Verás, estás saliendo con mi futuro marido. Sólo espero que no sea serio y después se enamore de mí.
Le da un golpe con la mano derecha en su hombro izquierdo.
-No estamos saliendo. Sólo me besó. Además, esto no lo sabe nadie. Sólo tú y yo. ¡No lo vayas contando por ahí, que te conozco!
Daniela ríe y después imita una cremallera en la comisura de su boca.
-Soy una tumba, querida.

El pasillo está tan abarrotado como siempre. Algunos chicos están sentados en los bancos, otros en el suelo, otros están apoyados en la pared... como Álex. Un grupo de chicas de primero lo miran ensimismadas. Él se percata de la llegada de Daniela e Isabella y se acerca a ellas. La chupa le baila cuando anda, y sus vaqueros parecen hechos a medida.
-Hola, chicas. -dice mientras se peina el pelo con sus largos dedos.
-Hola, Álex. -casi susurra Daniela con los ojos brillosos y una voz melosa.
-¿No me saludas, Isabella?
-Ey.
-¿Qué tal ha ido el fin de semana? Ayer no os vi y no pude preguntaros.
"Verás, ha sido muy relajadito. El domingo cené con una estrella de cine que después me llevó a casa y me pidió el número, pero me hice la estrecha para saber qué pasaría. Ayer se presentó en mi casa y me llevó a ver una película muda. Me invitó y me compró un colgante precioso. Además, nos echamos una foto en el fotomatón. Ah sí, y me besó."
-Aburrido.
-¿Pero qué dices, aburrido? Pero si saliste con... -Casi grita Daniela.
Isabella le proporciona un puñetazo importante en el brazo izquierdo y calla, comprendiendo que se ha pasado de la raya.
-¿Estás saliendo con alguien, Isabella?
-¿Yo? Qué va -Hace una pequeña pausa y se mira los pies-. Además, ¿qué te importa si lo hago?
-Mucho, ya lo sabes...
Ahora llega el momento en el que intenta volver a conquistarla. Lo odia. Lo odia muchísimo. ¿Se cree que es un juguete? Isabella ha pasado página. Y tiene que aceptarlo.
Arrastra a Daniela por el pasillo, dejando a Álex con la palabra en la boca.
-Vaya, vaya. El malote de Álex, ¿eh? -Dice Daniela con una sonrisa cuando están lo suficientemente lejos de él.- Yo creo que le sigues gustando.
-Nunca le gusté. Me pillé de él, como todas las chicas aquí. Hasta tú. Si hubieras visto la cara de tonta que tenías... -E inevitablemente suelta una carcajada.- El caso es que jugó conmigo. Y cuando le da la gana lo hace de nuevo. Pero yo ya paso. Yo... Me gusta Ashton.
-¡Ya era hora de que lo admitieras! Te lo dejo. Pero tendrás que presentarme a Josh Hutcherson si os casáis. Ponlo de padrino y yo de madrina. ¿Está bien?
-Sí, y viajaré a Luna y tendré dos marcianitos. Vamos a clase, anda.

Las dos menos cuarto. Echaba de menos levantarse a estas horas. Para grabar, debía despertarse a las seis de la mañana. ¡Así da gusto! Apaga la alarma del móvil y descubre un papel en el suelo.
Examina la pantalla de iPhone. Recuerda que tiene el número de Isabella. Desliza el dedo hasta Whatsapp y busca el apodo: Preciosa, así es como la ha llamado en su móvil.
Aparece una foto de ella con Daniela, sonrientes. Isabella lleva una blusa blanca fina y el pelo totalmente suelto, como a él le gusta. No muestra nada de maquillaje, algo que le gusta aún más.
La última conexión ha sido hace apenas dos minutos. ¿Se lanza? Demasiado tarde, sus dedos ya están marcando el mensaje. Debe ser algo ingenioso y divertido. ¿Pero qué?
¿Sabes que no se puede utilizar el móvil en clase?
Unos treinta segundos más tarde, Isabella responde.
¿Quién eres?
¡Mierda, lo había olvidado! No tiene ninguna foto de perfil por si alguien descubría su número.
El que te besó ayer en los labios. Espero haber sido el único.
¿Cuál de los cinco eres? 
El comentario le produce una sonrisa. Es igual o más ingeniosa que él.
El más guapo.
Ah, ¿Alan?
Vuelve a sonreír.
Ashton.
¡Ya lo sabía, tonto!
No se puede tener el móvil en clase, preciosa.
Da gracias a que estoy en última fila, con el móvil en vibración, con la señora Trey (que no ve nada de lejos) y manejo muy hábilmente el teclado.
Vaya, son todo ventajas. ¿A qué hora sales?
Tres menos cuarto. ¿Por qué?
¡Eso es sólo en una hora! Debe estar decente para ella.
Sólo haz caso a un chico llamado Stan, ¿está bien?
No me fío demasiado de ti, ¿sabes?
Eso no debería decirlo una chica que no presta atención en clase.

Después de estar quince minutos intentando convencer a Stan, lo ha conseguido. El plan está preparado.
Irán en coche hasta el instituto, ella seguirá a Stan y dentro del coche estará Ashton esperándola. Con sus terribles ganas.
Lleva camisa blanca y vaqueros oscuros. Además de unos zapatos ejecutivos. El perfume es el punto clave, opta por una de Calvin Klein. Se examina una última vez después de haberse lavado los dientes. Está preparado para verla.

Suena el timbre y el pasillo parece más tranquilo que ayer. Aunque ha perdido de vista a Daniela. Después hablará con ella, ahora lo importante es buscar a aquel Stan. Aunque sólo piensa que ha hablado con él por Whatsapp y él ha sido quien ha iniciado la conversación. Eso es importante, ¿no?
Sale por fin al aire libre. El clima es bastante frío. Un chico se le acerca y se encamina a hablarle, pero éste se dirige a otra dirección. No es Stan.
El móvil vibra en su mochila. Es un Whatsapp. De él. De Ashton.
Te veo. ¿Tú a mí no?
Examina el paisaje. Cada persona, cada moto, cada coche... Se detiene en uno con los cristales tintados. Es un mercedes benz plateado. El móvil vuelve a vibrar.
Exacto. ¿Cómo lo has sabido? No pensaba que eras una chica tan lista.
Y otro a los pocos segundos.
Me encanta cuando te pones roja. 
Como ahora. Ahora aún más. ¿Qué miras? Ven hacia el coche.
Hacia allá va. Se seca el sudor de sus manos en los vaqueros. Después se peina el pelo con los dedos.
Un chico le corta el paso.
-¿Eres Isabella?
-Sí, ¿por qué?
-Soy Stan. Pasa.
Le abre la puerta del coche y se encuentra con los ojos verdes de Ashton. Y sus dientes. Y su hoyuelo sexy.
-Hola, Isabella. Pasa, no te cortes.
Cuando entra dentro y cierra la puerta, sus ojos se encuentran. Ambos sonríen. Pero es Isabella quien se aproxima a él y lo besa. Como había soñado esta noche.
-Vaya, ¿has practicado? -Susurra Ashton mientras sonríe y después vuelve a besarla.

jueves, 15 de agosto de 2013

Capítulo 4.

Caminan por el paseo marítimo del pueblo de al lado.
-¿Te ha gustado la película?
-No es de mi tipo... pero gracias por el detalle de haberme traído.
-No es nada, Isabella. -Sonríe y le coloca el brazo por los hombros.
"¿Lo estaré haciendo bien?" piensa Ashton.
"¿Debo hacerme ilusiones?" reflexiona Isabella.
La chica se separa de él y echa un vistazo a los puestos del paseo. Se detiene en uno pequeño con luces. Su dueño es un surfero. El puesto está lleno de anillos, amuletos y ropa. Se detiene en los collares y en especial, en uno, el de la derecha. Es el único que queda de esa clase. Es un círculo, que está tapado por unas alas desplegables. Cuando se quitan, se ve la foto del fondo. Aunque ahora mismo no tiene ninguna.
-¿Te gusta? -Le dice una voz masculina que la distrae de sus pensamientos. Ashton está detrás de ella.
-Sí, es precioso.
-¿Cuánto cuesta?
-Cinco euros. -Le dice el surfero mientras se examina en el espejo.
Ashton saca un billete de su chaqueta y lo examina. Es de diez euros.
-¡No, ni se te ocurra! No quiero que te gastes más dinero en mí.
-¿Cinco euros, Isabella? De verdad, no seas cría. Es un regalo.
-¡Ashton, no, de verdad!
-He dicho que es un regalo, y los regalos no se rechazan. -Dice de nuevo mientras le guiña un ojo y le entrega el billete al chico. Éste le tiende el collar y los cinco euros restantes.

Caminan de nuevo por el paseo marítimo.
-Ven.
Ashton la agarra de la mano y la conduce hasta una pequeña cabina. Un fotomatón.
-¿Qué piensas hacer? -Dice Isabella al ver que Ashton introduce dos euros.
-Una foto para el colgante y otra para mí. Ya que te lo he comprado, debes ponerme a mí en él.
Ambos ríen y entran a la cabina. Ashton pasa primero y pulsa varios botones.
-¿Por qué no entras? -Pregunta Ashton mientras ríe.
-No quepo.
-Siéntate aquí. -Señala sus piernas e Isabella accede.
Pulsa un botón y una voz femenina empieza una cuenta atrás desde diez hasta cero. Diez. Isabella se peina el pelo con sus dedos. Nueve. Ashton se revuelve el pelo con ambas manos. Ocho. Ambos se hidratan los labios con la lengua. Siete. Seis. Cinco. Las manos de Ashton viajan hasta la cintura de la chica. Cuatro. Ésta se estremece. Tres. Ambos se miran y sonríen. Dos. Miran fijamente hacia la cámara y sonríen de nuevo. Uno. Click. La voz femenina anuncia que la foto se encuentra ya fuera y les da las gracias.
Cada uno recoge su foto. Ashton la guarda en el bolsillo derecho de sus pitillo. Isabella la introduce en su colgante. Él sonríe satisfecho. Lo agarra y le pide a la joven que se aparte el pelo. Lo abrocha suavemente y después deja un beso en su nuca.

Llegan al número veintisiete de la calle South. Son las once menos dos minutos.
-Gracias por haberme invitado al cine. -Abre la puerta con las llaves, pero no entra. Una mano agarrada a su brazo la retiene.
-Espera. Verás... -Suelta a su acompañante y se alborota el pelo mientras mira al suelo. No está seguro de cómo va a decírselo.- ¿Me darás esta vez tu número? Ya es nuestra segunda cita.
La chica ríe ante la proposición. Asiente. El chico saca el móvil y ella le dicta.
-Ahora debo marcharme. Mañana tengo instituto. Gracias de nuevo.
Se dirige de nuevo hacia la puerta. Pero el mismo movimiento se ve retenido por el brazo del joven, que la agarra de la cintura y la acerca a él. Ashton la besa durante unos treinta segundos. Para ella, es su primer beso. ¡Y qué primer beso! ¿Quién puede decir que su primer beso ha sido con una estrella de cine?

Sube las escaleras vagamente hasta su casa. ¡No puede creer lo que acaba de pasar! Ashton Anderson le acaba de dar un beso. O un morreo. No lo sabe exactamente. ¿Ahora son novios? Tampoco lo sabe.
Ahora debe entrar y decirle a su madre una excusa. Cierra la puerta detrás de ella. Su madre está viendo la televisión con su padre. Ambos se percatan de la llegada de su hija.
-¡Hola Isabella! ¿No te quedabas a dormir en la casa de Daniela?
-Sí, pero al final prefiero venirme aquí. Hemos hecho los deberes y cenado. Prefiero venir a casa a leer y dormir en mi cama para el instituto.
-Cada día eres más rara. No deberías leer tanto. Céntrate en los amigos.
-¿Ya empezamos, mamá? Vamos a dejarlo... Hasta mañana.
-Buenas noches. -Dicen los dos padres casi al unísono.

Conduce en su moto hasta el apartamento en el centro. Aparca y se baja de la moto. Se siente feliz. Por fin ha encontrado a una chica a la que verdaderamente no le importa su fama. Aunque la diferencia de edad lo frena, le gusta. Le gustaría protegerla de la lluvia o incluso de varios peligros. Le gustaría enseñarle cómo se atrapan dos manos, el roce de dos labios una y otra vez.
Al abrir la puerta, descubre a Stan dormido en el sofá. Ríe y camina silencioso hasta su habitación. Se desprende rápidamente de la ropa y se coloca una camiseta de manga corta azul y unos pantalones largos de cuadros. Observa el papel que sobresale de los vaqueros. Se acerca a él y lo extrae. Es la foto de Isabella y él de hace apenas media hora. Busca una chincheta y lo coloca en su gran mural lleno de fotos. Hay casi doscientas en él. Sale con todo tipos de famosos. Will Smith, Jennifer Lawrence, Robert Pattinson... etc.
Pero ya no se fijara en ellas cuando se despierte cada día. Ahora observara la de la esquina y sonreirá al recordar sus rojas mejillas cuando se sentó encima de él en el fotomatón.

domingo, 11 de agosto de 2013

Capítulo 3.

Después de que Daniela sacara su cámara y se fotografiara poniendo morritos con Ashton, se ha marchado poniendo la excusa de que tiene que preparar la comida.
-¿Ésta chica es tu mejor amiga, Daniela? Se nota que ha visto muchas de mis películas.
-Yo diría que todas. -Sonríe y mira al suelo.
Verdaderamente la escena parece de todo menos real. ¿A qué chico como él le interesaría una chica de dieciséis años, totalmente corriente físicamente y lectora apasionada? Por un motivo u otro, Ashton se siente atraído por ella, algo que ella no acaba de creerse. Quizás sean esos ojos marrones que lo tranquilizan y le transmiten dulzura e inocencia. O su cabello largo y ondulado. O su personalidad divertida, sarcástica y a veces tímida.
El veinteañero saca del bolsillo de su chaqueta unos papeles blancos impresos. Unas entradas.
-¿Te apetece ver una película muda conmigo? Ayer me comentaste que nunca has visto una.
La sorpresa le deja sin habla y una vez más, como en toda la mañana, piensa que por qué le interesa.
-La función empieza a las ocho. Está en el pueblo de al lado, podemos ir en mi moto -continúa Ashton.
-¿Por qué me invitas a una película, qué pretendes?
-Ver una película, ¿no está bastante claro? -La sonrisa deja mostrar un hoyuelo en la mejilla derecha.
-No te entiendo. Eres uno de los cincuenta chicos más sexys según Cosmopolitan, con dinero y fama. ¿Y quieres salir con una chica... como yo?
-Sí. ¿No está bastante claro? A mí me da igual la fama y ser... ¿cómo has dicho? ¡No sabía que era uno de los más sexy! -Dice mientras sonríe de nuevo y le guiña un ojo- Sólo te pido que vengas conmigo a ver una película.
La pregunta la deja sin habla. ¿Qué está tramando? Por un motivo u otro, tiene ganas de intentarlo. Si se equivoca, no pasará nada. O eso espera.
-Está bien. ¿Pasas a por mí?
-Claro. A las siete y media estaré aquí.
Le besa la mejilla y se vuelve hacia su moto. Es inevitable que Isabella le mire el trasero, y sumando lo del beso, se pone colorada al instante. 
¿Qué se supone que está pasando en su vida? Recopila todo lo sucedido los últimos días. Primero su libro preferido termina con la muerte del chico que quería (¿a qué viene este dato?), segundo gana una cita con el chico de moda del momento, después éste la visita a su casa y la invita a salir. Y por último y más importante, la besa en la mejilla. ¿Debería ir haciéndose ilusiones ya? Será mejor que no. Pero inevitablemente... se las hace.
Sus dientes blancos y perfectamente alineados la despiden, en una enorme sonrisa.

-¡Isabella! -Grita su madre justo al entrar por la puerta principal- Pon la mesa. ¿Saliste ayer?
-¿Por qué?
-No, sólo por saber.
-No, me quedé leyendo.
-Deberías salir más a menudo. Para los libros siempre hay tiempo.
-Está bien, mamá. No tengo ganas de discutir.

El reloj marca las siete. El panorama en ambas habitaciones es muy parecida. La habitación de Isabella está llena de camisetas, faldas y chaquetas por todas partes. La de Ashton, está totalmente ordenada, menos su armario, el que revisa una y otra vez para ver qué se pone para esa chica especial.
"Lo primero que veas, así no pensará que te interesas por él", piensa de inmediato Isabella.
"¿Eres una chica o qué? Lo primero que veas y punto", habla para sí Ashton.
Camisa blanca asimétrica, vaqueros denim y una chaqueta vaquera; acompañadas de sus inseparables converses blancas. Su pelo ahora está suelto y le llega a la cintura. Nada de maquillaje.
Camiseta azul con la cara de Paul Frank, vaqueros normales y converses negras. Pelo algo alborotado, dejando caer algunos rizos en su cara.

-¡Sigo sin entender qué haces!
-Está muy claro. Me interesa una chica y voy al cine con ella. ¿Qué no entiendes, Stan?
-Soy tu representante, Ashton. Y como representante tuyo no entiendo cómo puedes salir con esa cría. Si la prensa se entera...
-¿Qué? Si la prensa se entera, ¡qué! Me da exactamente igual lo que la prensa diga. Esta chica me gusta. Y hoy voy a salir con ella. -Baja las escaleras de dos en dos y cierra la puerta de un portazo. El ático queda en silencio, menos por la voz alterada de Stan.

La moto arranca y siente el frío aire en su cara, algo que le gusta muchísimo. Los nervios aumentan. ¿Qué está pasando? Tiene muchos más nervios cuando ve a una simple cría que cuando ganó el premio al mejor actor en 2011. Aunque él vive en el centro, la calle de Isabella no está muy lejos de allí, sólo a unos cinco minutos.

-Está bien, le diré que me quedo en tu casa a dormir.
-¡Y no tengas prisa por volver, yo misma querría estar toda la noche con Ashton!
-¿Y si mi madre te llama?
-Estás en el baño.
Después de decirle a Daniela lo que había pasado cuando ella misma se marchó, ha convencido a Isabella para que le diga a su madre que duerme en su casa. Un plan algo arriesgado, pero necesario.
-¿De qué hablo con él?
-Por lo que he visto hoy, él lleva las riendas de la conversación. Es muy chulito y divertido.
-¿Cómo? ¡Yo soy la que manda aquí! -Ríe mientras se dirige al baño- Sigue hablando, voy a lavarme los dientes.
-Emmm... Pues eso. Pásalo muy bien. Yo me quedaré en casa con Sam, viendo una película. Qué suerte que tus hermanos vivan fuera. Yo no soporto a Sam. ¿Yo tendría ese pavo con ocho años?
-Doy fe de ello. Junto a mí, éramos terribles. ¡Guapa, tengo que marcharme ya, quedan dos minutos para las siete y media!
-Está bien, mañana hablamos en clase. ¡Pásalo bien! -Reproduce el sonido de un beso y cuelga el teléfono.

Ya le ha dicho a su madre que se queda a dormir en la casa de Daniela. Aunque se ha extrañado de verla arreglada, Isabella le ha dicho que antes irán a tomar algo al Pub de Tom, un compañero de clase.
El perfume sale del frasco con dirección a sus muñecas. Ha optado por uno de Lacoste, sólo para ocasiones importantes. ¿Qué hay más importante que una secunda cita?

Lleva unos cinco minutos esperando en el portal número 27. Nadie aparece por allí. Así que opta por tocar el timbre. Una voz femenina responde al teléfono.
-¿Quién es?
-¿Isabella? Soy Ashton.
-¡Ya bajo!
La sonrisa de la chica le saluda. Está realmente preciosa. Sin nada de maquillaje está aún mejor.
-Hoy sí pareces una chica de dieciséis años.
-¿Eso es bueno o malo? -Sonríe.
-Es bueno, sin duda. Estás preciosa.
Otra vez ve cómo se sonroja. Está tan dulce así. Aún recuerda sus últimas exs. Salvajes y buscando fama. Intenta encontrar un rastro de ellas en Isabella. Pero es imposible. Es dulce y divertida. Algo que sin duda, le encanta.
-Señorita. -Le tiende su mano y la ayuda a subir a la moto- ¿Te has aprendido dónde se colocan las manos?
-Por supuesto. Lo pude comprobar la otra noche y aún lo recuerdo. Me subestimas. -Sonríe de nuevo y coloca sus manos alrededor del torso de Ashton.
-¡Era cierto! Tendré que invitarte al menú del cine por esto. Sin duda, te he subestimado, ¡estás hecha toda una motera!

La mano de Ashton se enrosca alrededor de su cintura y siente escalofríos. "¡Deja de hacerte ilusiones!" se repite en su cabeza una y otra vez.
Ashton entrega las entradas y se detiene delante de los asientos 23 y 24. No hay demasiada gente.
-Será un placer que mi primera vez sea contigo. -Dice Isabella- ¡Quiero decir en cine mudo! Dios mío...
Ashton emite una enorme carcajada y se sientan en sus asientos junto con sus bebidas y palomitas. Cerveza y Coca-Cola para Ashton e Isabella respectivamente.
Las luces se apagan y la pantalla gigante se enciende. Un contador del tres al uno se muestra en la pantalla.

domingo, 4 de agosto de 2013

Capítulo 2.

El vaso de Ashton se llena de nuevo, mientras que el de Isabella no se ha vaciado ni una vez.
-¿Seguro que no quieres probarlo? Está muy rico.
-No, de verdad.
-Al menos te pediré agua, sino te atragantarás con ese solomillo. ¿Está rico? -Dice mientras levanta la mano y le hace un pequeño gesto al maître. Le pide una botella de agua y se vuelve a marchar.
-Sí, está delicioso. ¿Y tu pez espada?
-Le falta algo de sal, pero está rico. Así que tienes dieciséis años... algo pequeña para mí.
Con la última observación Isabella se sonroja. ¿Quiere salir con ella o es marketing?
-Sí. Tú veinte, ¿no? Mi mejor amiga me lo habrá dicho unas mil veces.
-Sí. Me encantaría conocerla, tiene que ser genial.
-¿Por ser tu fan? -Ríe y parte un trozo de solomillo.
-No, hablas muy bien de ella.
-¿Quién es tu mejor amigo?
Ashton ríe y toma un trago de vino.
-En este mundo no se puede tener mejor amigo. Todo el mundo te traiciona o te vende. En todo caso, mi mejor amigo se llama Luke.
-¿Luke? No lo conozco para nada. ¿Es de cine mudo? Nunca he visto una peli muda.
Vuelve a reír y toma un trozo de pez espada.
-No, no es actor. Luke es mi perro, un Shar Pei de un año.

Ashton le deja la tarjeta de crédito sobre el papel que indica la cuenta. Marca el código y el maître se marcha.
-¿Ha sido caro?
-Está bastante bien para lo que hemos comido. Doscientos euros.
-Eso para mí es carísimo, Ashton. -Ríen.
-Está lloviendo, perfecto -dice Ashton mientras mira por la ventana-. Sólo he traído mi moto, me pondré chorreando.
-¿Por qué no vas en el coche del concurso? Es enorme y sólo vamos dos personas.
-¿Y la moto? No puedo dejarla aquí. No, voy en moto. ¿Te llevo a casa?
-Iban a venir a por mí.
-Da igual, te llevo yo.
Se levanta y contempla cómo la chica sigue sentada. Sonríe.
-¿Vienes o te teletrasporto?
Ambos agarran sus chaquetas y se marchan del lugar.
-Espera, voy a por la moto y te recojo aquí para que no te mojes. Eh, eh, ¿qué haces?
-Me quito los zapatos, me están matando. Y además, con ellos no puedo correr.
A los pocos minutos, Ashton la espera justo en frente de la entrada y ella corre para montarse en la moto.
-¿Dónde vives?
-A tres manzanas del Boots, en la calle South.
-Agárrate. -Le coge las manos y las introduce dentro de la chaqueta, y después agarrando su dorso-

-Aquí, en el cuarenta y seis. -Dice Isabella mientras baja y corre hasta el techado de la entrada de su casa.
Ashton también baja, y se une con ella en él.
-Bueno, ha sido un placer que hayas sido tú la ganadora. Ya me imaginaba cenando con un hombre calvo y gordo.
-También ha sido un placer, de veras.
-¿Qué tal si me das tu teléfono? -Dice mientras se toca el pelo con la mano derecha, nervioso.
-Verás, no llego tan lejos en la primera cita... -Susurra. Ambos ríen.
-Está bien, está bien. Nos vemos pronto.

El despertador suena a las siete de la mañana y lo maldice una y otra vez. Lunes, los odia. Ayer, se acostó a las doce y media de la mañana y ahora está cansada. Oyó a sus padres llegar a las dos, y bendijo la hora en la que no se los encontró al llegar. Se mete en el baño: se ducha, se lava los dientes y se cepilla con los dedos el pelo.
A las ocho, se escucha el timbre y la voz de Daniela desde el portal.

-¿En serio te pidió tu número?
-No te mentiría, Daniela.
-¿Y no se lo diste? ¿Eres tonta?
-No. No tengo posibilidades con ese tío.
-¡Y tú qué sabrás!
Las chicas pasean hasta el Boots, donde el día parece más largo que nunca.

La campana suena a las tres de la tarde, y en las aulas vuelve a reinar la tranquilidad y el silencio. Sin embargo, en los pasillos, todo el mundo grita y empuja para salir por fin de clase.
-Y eso que hoy es lunes. ¿Qué pasará el viernes?
-Vendremos con cascos -dice Daniela mientras un chico la aplasta a su derecha- ¡Eh tú, mira por dónde vas!
Al llegar al portal cuarenta y seis de la calle South, encuentran a un chico en una moto.
-No puede ser. -Dice Isabella separando cada palabra por una pausa.
El chico baja de ella, se arregla la chupa y los vaqueros. El cabello negro da la vuelta hasta mirar a las dos chicas. Sus ojos verdes inconfundibles se clavan en la castaña, Isabella. Es Ashton.
-Me va a dar algo, Isabella.
-Respira, sobre todo respira.
-¡Anda, pero si nos volvemos a ver! -Dice Ashton mientras se acerca a ellas- Te dije que nos veríamos pronto -susurra mientras le guiña un ojo a la castaña de ojos marrones-.¿Qué tal?

jueves, 1 de agosto de 2013

Capítulo 1.

El carmin color rojo se desliza por sus carnosos labios mientras se examina en el espejo. Deja caer un mechón de la parte derecha de su cabello.
El vestido corto blanco y los tacones verdes de escándalo de Daniela le sientan fenomenal.
Todo empezó hace dos días, cuando las dos chicas estaban charlando en una cafetería sobre lo que harían en el fin de semana. El camarero se acercaba a paso de caracol hacia la mesa número nueve. La bandeja iba de izquierda a derecha y en cualquier momento, al suelo.
-¿Qué desean?
-Un café bombón para mí y...
-Para mí una Coca-Cola.
-No tenemos Coca-Cola, lo siento. ¿Te parece bien una Pepsi?
Asintió con la cabeza y el inexperto camarero se marchó a paso más ligero.
-¿Una Pepsi? ¿En una cafetería? No tienes remedio, Isabella...
-¿Qué? Sabes de sobra que no me gusta el café.
El camarero vuelve de nuevo, con la bandeja de un lado a otro y temiéndonos lo peor.
-Aquí tienen. -Dice mientras deja las bebidas delante de las respectivas personas. Se marcha de nuevo.
-¿Entonces, qué harás? -Dice Isabella mientras vierte la Pepsi en el vaso de tubo y le da un pequeño sorbo.
-Básicamente me gustaría ponerme al día con Lengua. Aún no me he estudiado los resúmenes y se me está echando el tiempo encima. ¿Tú?
-No he planeado nada. Supongo que lo mismo, aunque siempre estudio el día de antes, me esforzaré para este examen.
-¿No quieres ver si has tenido suerte?
-¿Qué?
-La Pepsi. Tiene un concurso. Deja que lea. -Agarra la Pepsi y lee en alto. - Pepsi regala una cena con el chico del momento. ¡Ashton Anderson, el actor de 'Sólo un minuto más'! ¿Quieres probar suerte? ¡Tómate una Pepsi!
-¿Quién es ese?
-¡Ashton Anderson! ¿No sabes quién es? A veces no creo que seas de este planeta. ¡Sólo un minuto más fue la peli que vimos hace unos meses! Ya sabes, esa en la que el chico malote se enamora de la guapa y al final mueren en un accidente. Arranco la pegatina y nos quitamos la duda. -Lo hace, con sumo cuidado y con una sonrisa. - Y la etiqueta pone... -hace un sonido de tambor- ¡Felicidades, has sido el elegido!
-¿Yo? ¿En serio? Déjame ver.
-Qué envidia, ya puedes ir guapa.
-No voy a ir. Me parece sumamente penoso.
-Irás. Como que me llamo Daniela que irás.
Llama al número que aparece en la etiqueta e informa que ha ganado (quiera o no) el premio que anuncian. La voz de una mujer que ronda los sesenta le dice que el domingo un coche pasará a por ella y la llevará al restaurante 'Sweet Palace'. Le pide que le de su dirección y teléfono e Isabella, a petición de Daniela, acepta.

-¿Te has pintado los labios?
-Que sí, cansosa.
-Te he llamado para que me digas de qué le vas a hablar a mi Ashton.
-Pues no tengo ni idea. Odié su película y no sé nada de su vida.
-Listo, pregúntale sobre su vida. Así te conoce a ti también.
El telefonillo suena.
-Espera, tengo que contestar. -Agarra el telefonillo y procede a hablar- ¿Si?
-¿Señorita Hudson?
-Sí, soy yo.
-Soy su chofer, su coche está listo.
-En seguida bajo. -Cuelga el telefonillo y vuelve al teléfono- ¿Lo has oído? Tengo que dejarte ya. Mañana te cuento todo en clase.
-¡Pásalo bien! Y recuerda que es mi Ashton... no le hagas nada.
-Son todos tuyos, Daniela. -Ríen y cuelgan casi al unísono.
El perfume sale del frasco y se aproxima a su piel. Se aproxima al ropero y saca una gabardina color verde y se la enfunda alrededor de sus brazos.
Suerte que sus padres también han ido a cenar, se tendría que ver obligada a responder miles de preguntas y más hoy, viendo el cambio de indumentaria y de rostro que muestra.
Después de haber merecido un premio por bajar las escaleras desde un tercero con esos tacones, y cinco minutos de trayecto (acompañada de la señora que la atendió al teléfono hace dos días), un cartel brillante rosa adorna el reflejo del retrovisor. En el cartel se lee 'Sweet Palace'. El chofer se baja y le abre la puerta, no acompañado de su brazo, para que la joven dama no se haga ningún daño.
-Que tenga una maravillosa noche. La espero en la puerta a las doce.
-Muchas gracias, hasta luego.
Entran al restaurante y la señora mayor habla con la chica que está a la entrada. Avanzan hasta la mesa de la derecha, al lado de una ventana que deja ver las grandes vistas de Londres. Deja la gabardina en el sillón y se sienta.
-Aquí te dejo. Nos vemos a las doce. Ashton llegará pronto. Espero.
El maître se acerca a la mesa y con una sonrisa se dirige a la joven chica:
-¿Qué desea tomar, señorita?
"No pidas Coca-Cola", es el único pensamiento que tiene en la cabeza.
-¿Qué vinos tienen?
-Le recomiendo el especial de la casa, es un tinto de procedencia italiana. "Gioventù", algo dulce.
-Pues una copa de... eso.
Pasan diez minutos y Ashton no llega. La copa de vino está intacta, ya que odia el vino. Pero tenía que disimular y no parecer idiota por pedir una Coca-Cola en un restaurante conocido mundialmente por su clase. Observa las vistas y de pronto toda la gente se vuelve para contemplar la puerta. Un apuesto chico moreno y de alta estatura destaca entre las cabezas. Se aproxima a la mesa de Isabella, que sigue mirando por la ventana.
-Hola, soy Ashton. ¿Eres Isabella?
Sobresalta en un salto. El chico ríe, se quita el abrigo color negro y lo deja en su sillón.
-Sí. ¿Sabes lo que es la puntualidad?
-Sí, lo siento, unos paparazzi me han entretenido. ¿No me das dos besos?
-Emm... sí. Claro.
El brazo del joven se enrosca a la cintura de Isabella. Sus mejillas se juntan y su pequeña barba le pincha. Los dos vuelven a sentarse y el maître se acerca.
-¿Qué desea, señor Anderson?
-¿Estás tomando vino? ¿Está rico?
-Sí. Está delicioso. -Sonríe disimuladamente.
-Tráigame una botella del mismo vino que el de la señorita, por favor.
-Faltaría más.
-¿Cuántos años tienes?
Los ojos verdes la examinan y siente que se va a morir de un momento a otro. Daniela tenía razón todas esas tardes mientras le enseñaba fotos de Ashton en su móvil, era guapísimo. En 'Sólo un minuto más', maquillado hasta las cejas, era un poco... irreal. Además, ese vaquero pitillo y esa camisa color blanca le quedan tan... bien.
-Tengo dieciséis.
-¿Y te dejan beber vino? Es decir... ¿te gusta el vino? Claro, así vestida y maquillada pareces mayor.
-No y no. Odio el vino, pero no quería pedir una Coca-Cola, parece ridículo.
El chico vuelve a reír y la mira de nuevo.
-Es algo ridículo, he de decirlo. -Susurra mientras se acerca más a ella.
Ahora es ella la que ríe. El maître llega con la botella y la deja en la mesa.
-Bueno, y cuéntame, ¿estudias?
Suena 'Best Song Ever', de One Direction en el teléfono de Isabella. Es un mensaje. De Daniela.
¿Qué tal va? Recuerda: si te pregunta cosas sobre tu vida, le interesas. O... es simpático.
-¿Eh? Sí, estudio en el Boots, a dos manzanas de aquí. ¿Y tú? Ah, claro, qué pregunta más absurda, no estudias. Quiero decir, estudiarás. O no. No sé.
-¿Estás nerviosa? -Ríe- Ya sé que vuelvo locas a las chicas de vuestra a edad.
-No, no estoy nerviosa. Siempre soy así de... ¿ocurrente? Sí, ocurrente.
-Es decir, ¿no eres fan mía?
-No. Vi 'Sólo un minuto más', pero por acompañar a mi amiga. Que no es fan, es una obsesionada. Se hace llamar Señora Anderson.
El chico echa a reír una vez más y sorbe un trago de la copa de vino.
-No diría que eres ocurrente. Eres divertida. Y guapa.

Sinopsis.

El mundo está lleno de preguntas. Preguntas que se pueden resolver, y que no.
¿Qué hay después de la muerte? ¿Se pueden meter cinco magdalenas en una boca humana? ¿Qué debo vestir hoy? ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Es posible que una estrella del cine se enamore de una chica normal y corriente?
Isabella Hudson, una chica de dieciséis años, castaña y de ojos marrones, un día como otro cualquiera, está acompañada de su mejor amiga, Daniela, en la cafetería de la esquina. Una Pepsi le regala una cita con el actor de moda: Ashton Anderson. Después de las insistencias de su amiga, se ve forzada a asistir a dicha cita.
Ashton Anderson, se ha visto forzado a regalar una cita a un afortunado, ya que su próxima película debe de ser un éxito conocido mundialmente. El chico de veinte años, moreno y de ojos verdes, conocerá a Isabella una noche cualquiera. Sentirá una enorme atracción por ella, quizás porque es la única chica que no se interesa por él y porque es guapa. Y por qué no decirlo, se temía lo peor cenando con un hombre gordo y calvo de cincuenta años.
¿Es cierto que lo imposible es irresistible? ¿Pueden ser felices dos personas tan distintas?
Todo está lleno de preguntas. ¿Te quedas conmigo para resolverlas?